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Controlan nuestras pasiones

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En cualquier cultura, incluso la más laxa, los saberes científicos, religiosos, legales y, por consecuencia, populares, generan imperativos sobre nuestra sexualidad; nos dicen si está bien o mal el deseo sexual, si es exacerbado o escaso, si está bien dirigido o apunta al objeto equivocado, y nos medican por mucho, por poco y por erróneo. No faltan los mandatos románticos que nos indican si nuestras relaciones son válidas o no, según si se produjeron a través de Tinder o por la presentación de un amigo.

Si nos sentimos mal, culpables o dudosos, la única forma de encontrar armonía entre lo que hacemos en la intimidad y cómo nos sentimos, es no guardarse, hablar de eso en un espacio adecuado, aunque nos de vergüenza.

Cada época tiene sus permisos y prohibiciones, cada época nos dice lo que representa patología y lo que no y lo compila en manuales con categorías diagnósticas. No nos engañemos, nuestra sexualidad la construyen otros, por eso nos sentimos raros o directamente monstruos si nos gustan maneras que otros no aprueban. Hay culturas en las que simplemente por preferir un compañero de nuestro propio sexo, nos encarcelarían.

Hay profesionales de la salud capaces de traumatizar a quienes no lo estaban, en pos de seguir los manuales. Sería óptimo que no aceptemos tan fácilmente que nos digan que nuestro modo es equivocado, especialmente si no estamos dañando a nadie, ni a nosotros mismos.

No hay forma de que no seamos sexuales, ni siquiera cuando no estamos interesados en tener sexo en absoluto, entonces, estaremos mal si nos gusta mucho o nada y seremos sexualmente inadecuados porque habrá algo que no encaje con lo que se espera de nosotros. La insatisfacción sexual reinante en las consultas médicas y sexológicas da cuenta de esto.

Siempre hay una tendencia dominante y es esa la que deberíamos seguir para sentirnos parte de la sociedad que habitamos, pero el hecho es que, a veces, a pesar de tenerlo todo, no nos termina de gustar lo que hacemos a pesar de que igual lo disfrutamos. Cuántos de nosotros tenemos solamente la sexualidad que el otro nos permite tener; no le pedimos más, no le damos más o diferente para no salirnos de la raya y que nos juzgue mal.

Será por esto, tal vez, que los sexólogos promueven valores sexuales de mayor libertad paulatina, una sexualidad evolucionada con el menor número de etiquetas y siempre con el derecho de ser uno mismo sin dañar al otro.

Los comportamientos sexuales y las formas de erotizarnos, están programados en nuestra psique desde temprano, son contenidos sociales transmitidos e instaurados, y está en nosotros mejorar ese modelo a través del trabajo terapéutico, para sentirnos más libres.

Es un desafío para la psicología ayudar a que las personas se permitan disfrutar de la sexualidad a modo propio, sin perjudicar a otro, pero especialmente evitando el perjuicio de dejar de ser uno mismo para encajar en el esquema de otro.

Por: Lic. Alejandra Tallarico
psicologiaysexologiahoy@gmail.com

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