Recuerdo una película de China Zorrilla y Leonardo Sbaraglia, ella de 80 y pico y el de 26, donde ella, una millonaria que finge como mecenas de el, enamoradda sin ser correspondida y llorando le dice ‘no te das cuenta que soy una chica de 15 años encerrada en un cuerpo de 80’.
– Licenciada Alejandra Tallarico, como psicóloga también trabajás con parejas y sexualidad ¿verdad?
– Sí. Además de análisis individual en consultorio, trabajo con terapia sexual y de parejas.
– ¿La sexualidad y el erotismo se acaban en la vejez?
– Primero habría que definir qué consideramos por vejez. Cuando yo era chica una persona de 40 años me parecía vieja y hoy es una edad en la que una mujer puede tener su primer hijo. Estamos acostumbrados a ver que los cuerpos bellos o jóvenes son los únicos que pueden permitirse el erotismo, de hecho, rechazamos la visión de los adultos mayores tocándose, o simplemente rechazamos que digan que tienen deseos sexuales; caso en el cual pensamos que son perversos, ‘viejos verdes’, ‘viejas locas’ etc. Los hijos son los primeros que censuran a sus padres y se enojan si buscan pareja o, si están en pareja, manifiestan su atracción. No creemos que las personas de, por ejemplo, más de 50 años tengan deseos y, si es así, les negamos el derecho a ejercer su sexualidad, especialmente en público, porque sentimos que en los feos, los fláccidos o los panzones, o que luego de la menopausia o la andropausia, toda demostración de sexualidad atenta contra el buen gusto.
– También hay jóvenes feos.
– Es interesante tu observación porque en mi consultorio es bastante frecuente que mujeres jóvenes, que no se sienten atractivas, me digan que han disminuido la calidad y cantidad de sus encuentros sexuales para no exhibir sus cuerpos. Son bellas, pero no se sienten así por la búsqueda de esa perfección estereotipada a la que son sometidas y, de a poco, van perdiendo el deseo sexual, o al menos lo creen perdido. Con esto, podés imaginar cómo se siente una mujer que, además de no creerse bella, tiene una edad donde se supone que ya no debe desear.
– Pero a los hombres también les sucede esto.
– Sí. Tenés razón, sólo que la sociedad es más benévola con ellos que con ellas. Si un señor gordo se pone un short nadie se horroriza, pero si una mujer lo hace provoca rechazo. Un hombre con canas será calificado como un ‘viejito interesante’, pero ella como ‘una vieja chota’. Lo primero que se le pregunta a un hombre de su nueva conquista es ‘¿está buena?’, y si bien las mujeres pueden preguntarse esto también, no es una fuerte condición de elección que él ‘esté bueno’. Esta disparidad se mantiene en la adultez. Fijate que cuando un adulto mayor es viudo o divorciado y sale a buscar pareja, también busca rasgos de juventud en la figura de la mujer aunque sea de su misma edad, en cambio la mujer no está tan atenta a eso en él.
– ¿Será por esta razón que los hombres mayores buscan mujeres jóvenes?
– Las elecciones son sociales, atávicas y también son aprendidas. La mayoría de las mujeres adultas mayores o no, no se sienten con derecho a ser deseadas si no encajan en los estereotipos y justifican que ellos busquen mejores opciones.
– ¿Querés decir que permiten la infidelidad?
– Quiero decir que no lo permiten y quizás no lo perdonen, pero sienten que se lo merecen. Los prejuicios, como te dije, son atávicos, sociales, religiosos y nos dominan, a menos que los enfrentemos con inteligencia. En mi consultorio muchas mujeres lloran porque han sido dejadas por sus esposos y se sienten responsables de eso porque ya no son todo lo bellas que se debe ser.
– ¿Las mujeres jóvenes aceptan a los adultos mayores para tener sexo?
– Depende de las circunstancias. Por un lado dicen ‘me da asco’, ya que les han enseñado que las arrugas y la falta de tono muscular es desagradable, pero por otro lado puede haber conquistas sociales valoradas que rodeen a un hombre, que lo hagan interesante, entonces el cuerpo pasa a formar parte de un combo en el que su fealdad se diluye. Que Anthony Queen, el famoso Zorba el griego, haya tenido un hijo a los 80 con una mujer de 33, no armó tanto revuelo como el que hubiese armado el que un hombre de 33 adoptase un hijo con una mujer de 80.
– ¿Por ejemplo que el hombre tenga dinero es un factor de atracción?
– Que un hombre tenga dinero le supone completud, éxito, logro y además es una promesa de bienestar, pero esa posibilidad no es la única, es decir, el hombre puede ser un referente en un determinado tema, tener un reconocimiento social en cierta área y eso lo reviste de la libido de alguna mujer, aunque no tenga dinero. Esto significa que la mujer valora aspectos que trascienden lo físico.
– ¿Y si es ella la que tiene dinero funciona igual?
– No funciona igual. El deseo masculino está más atado al logro social que representa la belleza y la juventud, que al dinero. No quiere decir que un hombre no pueda estar con una mujer por su dinero, pero es muy posible que no la ame, mientras que una mujer puede enamorarse del hombre mayor con dinero. Recuerdo una película de China Zorrilla y Leonardo Sbaraglia, ella de 80 y pico y el de 26, donde ella, una millonaria que funge como mecenas de él, enamorada sin ser correspondida y llorando le dice ‘no te das cuenta que soy una chica de 15 años encerrada en un cuerpo de 80’.
– Volviendo al erotismo de los adultos mayores ¿se puede vivir a pleno como en la juventud?
– Es cierto que hay cambios biológicos como los hormonales, los tiempos de latencia, etc. pero el deseo no muere, y el que diga lo contrario es que no se está permitiendo desear por la razón que sea. La sexualidad tiene que estar fuera de lo considerado ‘necesidad’ y pasado al plano de lo ‘deseado’, pero no como algo natural y, por ende, biológico, sino como algo metafórico, que hace metáfora en el cuerpo y en la fantasía.
– ¿Y cómo se lidia con los cambios biológicos para poder disfrutar del sexo?
– Sacando el foco de lo genital y lo biológico para usar el cuerpo y el pensamiento como vehículo de goce. Cuando el pene no se erecta, la vagina se seca, la penetración duele o es dificultosa, hay que recurrir al erotismo. Claro que también hay medicación que puede ayudar y muy bien, pero si no hay permiso para el erotismo, no hay medicación que valga. Si hubiésemos aprendido a ser eróticos no nos importarían tanto nuestros genitales. Como decía Fromm ‘amar es un arte’ y no todos son artistas, pero todos pueden pintar un cuadro alguna vez o escribir unos versos, aunque no sean magistrales.
– ¿Qué les recomendás a tus pacientes adultos que vienen a consultar por esta problemática?
– Primero es raro que un adulto mayor se acerque por esa razón, son los adultos jóvenes los que más consultan, pero si ocurre que un adulto mayor se anima y, mejor aún, si es la pareja la que viene a consulta, trabajo con una orientación cognitivo conductual, ya que no se trata de análisis sino de una terapia sexual, enfocada, que es diferente al análisis individual que se encara con un objetivo más general. Ayudo a las parejas a encontrar alternativas y si la consulta no es en pareja, ayudo al adulto a reencontrarse con su cuerpo, a descubrir que tiene zonas no exploradas ni por sí mismo o misma ni por sus parejas.
– ¿Les enseñás a masturbarse?
– Sí. Esa es una de las cosas. Hay muchas más y muy variadas, adaptadas al estilo de vida de cada uno. La masturbación tiene mala prensa, en especial en la prensa religiosa, pero es la vía regia al erotismo y al autoconocimiento. Es la manera de poder pedir lo que nos gusta porque ya sabemos lo que nos gusta.
– Pero la masturbación es genital y antes hablaste de prescindir de lo genital.
– Por eso te dije que hay muchas alternativas. La masturbación y el erotismo pueden incluir o no lo genital y pueden incluir genitales en funcionamiento pleno o sin él. El cuerpo es una gran zona erógena nos enseñó Freud y no hay que menospreciar el poder erótico de las fantasías bien elaboradas, los besos bien dados, las caricias bien aplicadas, las miradas bien enfocadas y la comunicación bien practicada. Esto último especialmente.
por
Alejandra Tallarico